LA PESTE CORRE POR DENTRO DE NUESTRA SOCIEDAD Y POR DENTRO DE LAS PERSONAS

Y no se llama COVID, se llama odio, desamor, falta de amor al prójimo, mi goce por encima de tu vida, el premio por sacar lo más miserable de nuestro interior. La peste que nos destruye como humanidad, que se está llevando más vidas que el COVID.

Un niñito necesita dadores de sangre…. Que se muera, tengo que ir a una fiesta

Un abuelito necesita que lo ayude a cruzar la calle… que se muera, que lo atropellen, tengo que ir al gimnasio.

Señor, estoy embarazada a punto de dar a luz, ¿puede llamar una ambulancia’ … morite tranquila, tengo que ir al gimnasio.

Estamos haciendo una colecta para una operación que necesita un señor que corre riesgo de vida… que se muera, no me jodas, tengo que ir a comer a un restaurant.

Una criaturita angelical necesita un trasplante… que se muera, tengo una clase presencial.

Estamos juntando ropa para una familia con niños que se pueden morir de frío… que se mueran, tengo que ir al teatro.

Estamos haciendo una cadena de oraciones por una señora con cáncer… que se mueran, tenemos que abrir la iglesia para hacer una misa para pedir por nosotros.

Resultarán desagradables las imágenes que acabo de compartir, pero creo que no llegan a ser ni diez muertes, cada día en la Argentina mueren 500 personas por la misma causa, porque como sociedad nos ha dejado de importar al otro, porque muchas cuestiones superficiales están por encima de la vida de muchos otros.

No éramos así, cada uno de los pedidos que puse como ejemplo eran acompañados por gran cantidad de personas, dejábamos todo lo nuestro por ayudar a los y las demás.

O quizás no era así, quizás no todos hacían obras de bien, pero quiénes no lo hacían se ocultaban, porque al menos sentían vergüenza por ser miserables, hoy hemos perdido la vergüenza que debe acompañar a las actitudes miserables, porque todos las tenemos, pero mientras nos avergonzamos hay esperanza, hoy hemos perdido esa vergüenza.

Hoy hay marchas de miserables que nos exigen que no hagamos nada por cuidar la vida de los demás, hoy hay voceros mediáticos que nos enseñan que no nos tiene que producir dolor la muerte evitable de 500 argentinos por día, hoy hay políticos que piensan que serán premiados con el voto de los miserables por ser los mejores miserables y que en sus cálculos pueden ganar una elección, debe ser porque están contabilizando que en la sociedad actual los miserables son mayoría, que ya nos ganó la peste.

Hoy la justicia, la suprema justicia, resuelve a favor de los miserables, resuelve en contra de cuidar la vida, ya nos tendría que dar miedo donar sangre, ayudar a un viejito a cruzar la calle, donar nuestros órganos, donar abrigo a los friolentos o comida a los hambrientos, porque la suprema justicia podría condenarnos por esos actos, hoy es más seguro patear una cabeza que ayudar a alguien que nos necesita, al menos ese es el mensaje supremo.

La batalla no es contra el COVID, la batalla es contra los miserables y nos va quitando 500 vidas por día, las vacunas nos pueden ayudar, pero la batalla más importante hay que darla contra el o la miserable que llevamos dentro, en la medida que demos esa batalla el triunfo puede ser nuestro.

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