VALORACIÓN DE LA VACUNACIÓN Y EL PASE SANITARIO

El nuevo virus irrumpió en nuestro mundo, en nuestra vida y vino a sacudir viejas estructuras de ordenamiento social, buenas y malas, pero que llevaban muchos años de su establecimiento entre nosotros.

La situación no prevista, no transmitida de generación en generación nos obligó a cortar lasos con nuestras estructuras de vida y nos obligó a pensar nuevas formas de vivir, nuevas formas de relacionarnos, y para pensar, cada persona tuvo que hacer uso de sus propias estructuras de pensamiento. Muchas de las situaciones de vida previas a la pandemia nos movían poco a pensar a las mayorías, se instalaban como comunes y gran parte de la sociedad las aceptaba sin mucho razonamiento sobre las mismas, claro que siempre existió un sector de la sociedad que pensó siempre, que cuestionó las formas de vida, de relaciones sociales y laborales, las formas de producción y de distribución de la riqueza, por citar algunos grandes temas impuestos como comunes pero cuestionados por importantes sectores. La pandemia produjo un rompimiento en lo establecido y nos obligó a todos y todas a pensar nuestras cuestiones cotidianas y es allí donde cada sujeto social se aferra a su estructura de pensamiento y de conocimientos, algunos a las religiones, otros al sentido común impuesto, otro a los dichos de líderes sociales o políticos y otros a los saberes y estructura de pensamiento que nos provee la ciencia.

No podemos dejar de cuestionar algunos anclajes del pensamiento de algunas personas, en el siglo 21, entendiendo que la evolución de la humanidad en el pensamiento ha estado marcado en un algún aspecto por la evolución de la ciencia, es así que la ciencia se ha popularizado en el mundo por medio del sistema educativo, podríamos decir que la gran mayoría de la sociedad cuenta con los elementos necesarios de las ciencias para resolver algunas cuestiones que nos permitan entender la justificación de la necesidad de las vacunas, yo diría que alcanzaría con conocimientos de educación primaria para evitar algunos debates ridículos sobre la importancia de la vacunación, y lo voy a ejemplificar con cálculos sencillos, primero algunos datos de la ciencia.

El porcentaje de incidencia de muerte por COVID antes de las vacunas era de alrededor del 2% en países con sistemas sanitarios preparados para atender a pacientes graves y de hasta el 5% si no contaban con los medios para la atención o se saturaban las terapias intensivas.

La incidencia de muerte por gripe es del orden del 0,1% y de la neumonía del 0,2%, aquí los números nos muestran que el COVID no es lo mismo que una gripe o una neumonía.

Pero desde que se ha difundido la vacunación en muchos países la ciencia nos muestra que el comportamiento de la enfermedad se modificó. En principio disminuyó notablemente la cantidad de contagios, con las cepas beta o delta y las muertes se redujeron a valores extremadamente pequeños. Con la irrupción de la variante omicron se dispararon los contagios, por su facilidad de transmisión, pero la incidencia de muertes sobre vacunados se redujo notablemente y observamos que las terapias intensivas están siendo utilizadas principalmente por personas no vacunadas, es así que, en Provincia de Buenos Aires, en la cual la vacunación llegó a 88% con al menos una dosis, las terapias intensivas están ocupadas en un 82% por personas no vacunas. Aquí nos queda hacer un calculito, si la vacunación no fuera un hecho positivo ante la enfermedad, las terapias debieran reflejar exactamente el mismo porcentaje que la de vacunación, los internados en UTI deberían ser 12% no vacunados y 88% vacunados, pero la realidad nos muestra que es 18% de vacunados y 82% de no vacunados, esto nos muestra que estadísticamente la presencia en terapias es 33 veces superior para no vacunas respecto de quienes tienen vacunas ((88:12) * (82:18) = 33,4).

En un informe de la cartera que lidera Nicolás Kreplak se encontró que, sobre 224 internaciones, 184 correspondieron a pacientes no vacunados, 38 se aplicaron dos dosis (pacientes con comorbilidades y/o de avanzada edad) y hubo dos con una sola dosis: eso significa que, sobre el total de quienes requirieron UCI, el 82% no recibió ninguna vacuna contra el Covid-19.

“La diferencia en los contagios y las internaciones entre las personas vacunadas y no vacunadas es abismal. Quienes no están inmunizados tienen 1,7 veces más chances de contagiarse y 18,8 veces más de que su cuadro sea grave”, destacó el ministro Kreplak, en su de Twitter. “¡Hay que vacunarse! Sus efectos son innegables”, agregó.” www.eleconomista.com.ar, 07/01/2022

Para calcular la incidencia de las vacunas sobre las muertes debemos multiplicar la reducción de contagios del 1,7% y las 18,8 veces de reducción del agravamiento del cuadro, este cálculo nos da una reducción de 32 veces la incidencia de muerte sobre vacunados respecto a no vacunados, similar al cálculo anterior sobre porcentajes de ingreso a salas de Terapia Intensiva.

¿Qué tiene que hacer un gobierno ante esta evidencia científica?

Evidentemente tiene que propender a la vacunación masiva y es lo que se está haciendo, si las vacunas reducen 33 veces los casos de muerte, vacunar es proteger la vida, combatir la aplicación de vacunas, sin fundamentos, es una acción contra la humanidad.

Ahora bien, ¿qué se necesita para vacunar? Se necesitan vacunas y brazos. Las vacunas están, hay alrededor de 100 millones en Argentina, pero desde los mismos sectores que exigían vacunas cuando el mundo no tenía, ahora se combate la vacunación, pero además hay que conseguir brazos, los brazos de todos y todas las argentinas, porque esa es la forma de proteger la vida.

La vacunación no es obligatoria en Argentina, quizás tendría que serlo, como hay obligatoriedad en otras cuestiones que protegen la vida comunitaria, como por ejemplo las leyes de tránsito, nos obligan a respetar esas reglas, porque eso implica proteger la vida de la comunidad.

Pero, de todas formas, la vacunación no es obligatoria, quienes tenemos amor al prójimo, respeto al prójimo, sentimos la vacunación como obligatoria, pero es una obligación que sale del interior de las personas, discutir la obligatoriedad como ley no nos influye en la necesidad personal de contribuir a la comunidad, así como no es obligatorio ayudar a un anciano que se cae en la calle, nadie nos obliga, pero existe una fuerza interior que nos obliga a ayudar.

Lo que existe en nuestro país actualmente y en la mayoría de los países del mundo que cuentan con vacunas, es el pase sanitario, que es ni más ni menos, la política necesaria para conseguir brazos que se vacunen y proteger al mismo tiempo a las personas que concurren a lugares con mucha presencia de gente.

Con la obligatoriedad del pase necesario se logró que algunas personas se vacunen para concurrir a una fiesta, a un espectáculo musical o deportivo y de esa forma se avanza en la vacunación, se avanza en el cuidado de la vida. Esas vacunaciones conseguidas por ese tipo de motivos muestran la impo1rtancia de la medida, pero no deja de ser triste descubrir que muchas personas se vacunan para poder ir a una fiesta y no se vacunaron para cuidar a los demás, lamentable.

Quienes se oponen a la vacunación y al pase sanitario expresan que quieren tener decisión sobre sus cuerpos y el pase sanitario no se los impide, lo que hace el pase sanitario es proteger a los demás al concurrir a lugares con alta presencia de personas, los opositores al pase sanitario reclaman su derecho a concurrir a esos lugares sin pase sanitario, pero olvidan de poner por delante el derecho a la protección de la vida de los demás, recurren a pedir que la sociedad defienda sus derechos individuales mientras expresan que su profundo individualismo les impide comprender los derechos sociales. Son individualistas que pretenden que sus derechos individuales se reclamen en forma comunitaria, no respetan la vida de la comunidad a la que reclaman que defiendan su individualismo. Muchas formas de decirlo, además de ser una nefasta actitud humana, es una profunda contradicción a la razón.

Los opositores al pase sanitario introducen un fundamento que demuestra su total desapego a la razón y al pensamiento lógico, dicen que si los demás se vacunan no es necesario que ellos se vacunan, porque sólo les afecta a ellos y no a los vacunados, este razonamiento es una demostración del terraplanismo que desarrollan los movimientos actuales anti vacunas en el tema COVID 19. La historia de las grandes pandemias nos muestra que la protección de la vida con vacunas no es una acción individual si no comunitaria, la forma de combatir las enfermedades infecto contagiosas es lograr la desaparición del agente patógeno, porque las vacunas protegen individualmente bajando las probabilidades de muerte, pero no anulando las probabilidades. La existencia de personas no vacunadas aumentan la probabilidad de desarrollo del virus, en cantidades importantes y eso aumenta las posibilidades de contagio, si pensamos en personas vacunadas, aunque disminuyan la probabilidad de muerte en cada individuo, el hecho de existir grandes cantidades de personas infectadas, genera nuevamente una importante probabilidad de muerte, se entiende sencillamente con una multiplicación, baja probabilidad por muchos casos, da como resultado un número importante de muertes.

Para que las vacunas cumplan su función se tiene que combinar su efecto de bajar las probabilidades de muerte en cada individuo con la disminución de individuos infectados, esto se logra con la vacunación masiva, así se han eliminado de nuestro planeta muchas enfermedades que generaban millones de muertes en otros tiempos, no es una vacuna, es la vacunación masiva.

Víctor Hutt

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