Formación Ética y Ciudadana para 1ro C – Segunda actividad

ACTIVIDAD: Mujeres a través de la historia.

ALEJANDRA PIZARNIK

(1936-1972)

Alejandra Pizarnik (de nombre real Flora Pizarnik) nació el 29 de abril de 1936 en Buenos Aires (Argentina). Su familia eran inmigrantes judíos de ascendencia rusa y polaca que se dedicaron en tierras argentinas al comercio de joyería.

Su madre se llamaba Rezla Bromiker y su padre Elías Pizarnik. Tenía una hermana mayor de nombre Myriam.

Tras cursar estudios secundarios, la joven y tímida Flora, tartamuda y asmática, se sintió un tanto desorientada en su desarrollo académico, pasando por la Escuela de Periodismo y estudiando durante un tiempo Filosofía y Letras en la Universidad de Buenos Aires mientras se atiborraba de anfetaminas con el objetivo de no engordar.

Desde finales de los años 50, siendo financiada económicamente por sus padres, dedicó gran parte de su tiempo a la escritura y a la pintura, arte que aprendió junto a Juan Batlle Planas.

En el año 1960 se instaló en París, trabajando como traductora y estudiando en la Sorbona Literatura e Historia de las Religiones.

En Francia permaneció hasta el año 1964.

Amiga de Julio Cortázar, Octavio Paz y Antonio Beneyto, firmemente apolítica e influenciada en su lirismo por Antonio Porchia, los simbolistas franceses, en especial Rimbaud y Mallarmé, por el espíritu del romanticismo, y por los surrealistas, Pizarnik escribió libros poéticos de notoria sensibilidad e inquietud formal marcada por una insinuante imaginería. Sus temas giraban en torno a la soledad, la infancia, el dolor y, sobre todo, la muerte.

Su primer libro fue “La Tierra Más Ajena” (1955), editado en Botella Al Mar. Más tarde publicó “La Última Inocencia” (1956), volumen dedicado a su psicoanalista Oscar Ostrov, “Las Aventuras Perdidas” (1958), “Árbol De Diana” (1962), “Los Trabajos y Las Noches” (1965), “Extracción De La Piedra De La Locura” (1968) o “El Infierno Musical” (1971).

También escribió en prosa “La Condesa Sangrienta” (1971).

En un recorrido reflexivo y existencial que parecía predestinado hacia la enajenación y la muerte prematura, Alejandra Pizarnik terminó suicidándose con una sobredosis de seconal el 25 de septiembre de 1972. Tenía solamente 36 años. Está enterrada en el cementerio de La Tablada de Buenos Aires.

Años después de su fallecimiento su obra pudo ser recuperada en “Poesía Completa” y “Prosa Completa”.

Fragmento extraído de: https://www.alohacriticon.com/literatura/escritores/alejandra-pizarnik/

 


(Alejandra Pizarnik)

 (Alejandra Pizarnik y Julio Cortazar)

Actividad:

Teniendo en cuenta el mes de la mujer, en esta actividad recordaremos a una de las poetas más importantes de del siglo XX en Argentina, Alejandra Pizarnik. De esta manera, dicha actividad se centrara en:

  1. Leer la biografía de la autora
  2. Leer el poema que julio Cortázar le dedica.
  3. Leer  su libro de poemas “el árbol de diana”

Una vez que cada uno de los puntos anteriores fue realizado: estudiar su biografía,  elegir uno de los poemas del libro, o el que Cortázar le dedica y hacer un breve escrito justificando la elección de dicho poema y  de lo que ese poema le hizo pensar, sentir o recordar.

Alejandra por Julio

Bicho aquí, 
aquí contra esto,
pegada a las palabras
te reclamo.
Ya es la noche, vení,
no hay nadie en casa
Salvo que ya están todas
como vos, como ves,
intercesoras,
llueve en la rue de l'Eperon
y Janis Joplin.
Alejandra, mi bicho,
vení a estas líneas, a este papel de arroz
dale abad a la zorra,
a este fieltro que juega con tu pelo
(Amabas, esas cosas nimias
aboli bibelot d'inanité sonore
las gomas y los sobres
una papelería de juguete
el estuche de lápices
los cuadernos rayados)
Vení, quedate.
tomá este trago, llueve,
te mojarás en la rue Dauphine,
no hay nadie en los cafés repletos,
no te miento, no hay nadie.
Ya sé, es difícil,
es tan difícil encontrarse
este vaso es difícil,
este fósforo.
y no te gusta verme en lo que es mío,
en mi ropa en mis libros
y no te gusta esta predilección
por Gerry Mulligan,
quisieras insultarme sin que duela
decir cómo estás vivo, cómo
se puede estar cuando no hay nada
más que la niebla de los cigarrillos,
como vivís, de qué manera
abrís los ojos cada día
No puede ser, decís, no puede ser.
Bicho, de acuerdo,
vaya si sé pero es así, Alejandra,
acurrúcate aquí, bebé conmigo,
mirá, las he llamado,
vendrán seguro las intercesoras,
el party para vos, la fiesta entera,
Erszebet,
Karen Blixen
ya van cayendo, saben
que es nuestra noche, con el pelo mojado
suben los cuatro pisos, y las viejas
de los departamentos las espían Leonora Carrington, mirala,
Unica Zorn con un murciélago
Clarice Lispector, agua viva,
burbujas deslizándose desnudas
frotándose a la luz, Remedios Varo
con un reloj de arena donde se agita un láser
y la chica uruguaya que fue buena con vos
sin que jamás supieras
su verdadero nombre,
qué rejunta, qué húmedo ajedrez,
qué maison close de telarañas, de Thelonious,
que larga hermosa puede ser la noche
con vos y Joni Mitchell
con vos y Hélène Martin
con las intercesoras
animula el tabaco
vagula Anaïs Nin
blandula vodka tónic
No te vayas, ausente, no te vayas,
jugaremos, verás, ya verás, ya están llegando
con Ezra Pound y marihuana
con los sobres de sopa y un pescado
que sobrenadará olvidado, eso es seguro,
en una palangana con esponjas
entre supositorios y jamás contestados telegramas.
Olga es un árbol de humo, cómo fuma
esa morocha herida de petreles,
y Natalía Ginzburg, que desteje
el ramo de gladiolos que no trajo.
¿Ves bicho? Así. Tan bien y ya. El scotch,
Max Roach, Silvina Ocampo,
alguien en la cocina hace café
su culebra contando
dos terrones un beso
Léo Ferré
No pienses más en las ventanas
el detrás el afuera
Llueve en Rangoon ---
Y qué.
Aquí los juegos. El murmullo
(Consonantes de pájaro
vocales de heliotropo)
Aquí, bichito. Quieta. No hay ventanas ni afuera
y no llueve en Rangoon. Aquí los juegos.
 
 
 JULIO CORTAZAR
 
 Puesto que el Hades no existe,
seguramente estás allí,
último hotel, último sueño,
pasajera obstinada de la ausencia.
Sin equipajes ni papeles,
dando por óbolo un cuaderno
o un lápiz de color.
-Acéptalos, barquero: nadie pagó más caro
el ingreso a los Grandes Transparentes,
al jardín donde Alicia la esperaba.
 
JULIO CORTÁZAR
Bicho aquí,
aquí contra esto,
pegada a las palabras
te reclamo.
Ya es la noche, vení

JULIO CORTÁZAR
Prólogo de Octavio Paz. Abril de 1962
Árbol de Diana de Alejandra Pizarnik. (Quim):
cristalización vebal por amalgama de insomnio pasional y
lucidez meridiana en una disolución de realidad sometida
a las más altas temperaturas. El producto no contiene
una sola partícula de mentira. (Bot.): el árbol de Diana es
transparente y no da sombra. Tiene luz propia,
centelleante y breve. Nace en las tierras resecas de
América. La hostilidad del clima, la inclemencia de los
discursos y la gritería, la opacidad general de las
especies pensantes, sus vecinas, por un fenómeno de
compensación bien conocido, estimulan las propiedades
luminosas de esta planta. No tiene raíces; el tallo es un
cono de luz ligeramente obsesiva; las hojas son
pequeñas, cubiertas por cuatro o cinco líneas de escritura
fosforescente, pecíolo elegante y agresivo, márgenes
dentadas; las flores son diáfanas, separadas las
femeninas de las masculinas, las primeras axilares, casi
sonámbulas y solitarias, las segundas en espigas,
espoletas y, más raras veces, púas. (Mit y Etnogr.): los
antiguos crían que el arco de la diosa era una rama
desgajada del árbol de Diana. La cicatriz del tronco era
considerada como sexo (femenino) del cosmos. Quizá se
trata de una higuera mítica (la savia de las ramas tiernas
es lechosa, lunar). El mito alude posiblemente a un
sacrificio por desmembración: un adolescente (¿hombre
o mujer?) era descuartizado cada luna nueva, para
estimular la reproducción de las imágenes en la boca de
la profetisa (arquetipo de la unión de los mundos
inferiores y superiores). El árbol de Diana es uno de los
atributos masculinos de la deidad femenina. Algunos ven
en esto una confirmación suplementaria del origen
hermafrodita de la materia gris y, acaso, de todas las
materias; otros deducen que es un caso de expropiación
de la sustancia masculina solar: el rito sería sólo una
ceremonia de mutilación mágica del rayo primordial. En el
estado actual de nuestros conocimientos es imposible
decidirse por cualquiera de estas dos hipótesis.

Señalaremos, sin embargo, que los participantes comían
después carbones incandescentes, costumbre que
perdura hasta nuestros días. (Blas): escudo de armas
parlantes. (Fis): durante mucho tiempo se negó la
realidad física del árbol de Diana. En efecto, debido a su
extraordinaria transparencia, pocos pueden verlo.
Soledad, concentración y un afinamiento general de la
sensibilidad son requisitos indispensables para la visión.
Algunas personas, con reputación de inteligencia, se
quejan de que, a pesar de su preparación, no ven nada.
Para disipar su error, basta recordar que el árbol de
Diana no es un cuerpo que se pueda ver: es un objeto
(animado) que nos deja ver más allá, un instrumento
natural de visión. Por lo demás, una pequeña prueba de
crítica experimental desvanecerá, efectiva y
definitivamente, los prejuicios de la ilustración
contemporánea: colocado frente al sol, el árbol de Diana
refleja sus rayos y los reúne en un foco central llamado
poema, que produce un calor luminoso capaz de quemar,
fundir y hasta volatilizar a los incrédulos. Se recomienda
esta prueba a los críticos literarios de nuestra lengua.
OCTAVIO PAZ
París, abril de 1962

Arbol de Diana
1
He dado el salto de mí al alba.
He dejado mi cuerpo junto a la
luz
y he cantado la tristeza de lo que
nace.
2
Éstas son las versiones que nos
propone:
un agujero, una pares que
tiembla…
3
sólo la sed
el silencio
ningún encuentro
cuídate de mí amor mío
cuídate de la silenciosa en el
desierto
de la viajera con el vaso vacío
y de la sombra de su sombra

4
AHORA BIEN:
Quién dejará de hundir su mano
en busca del
tributo para la pequeña olvidada.
El frío pagará.
Pagará el viento. La lluvia
pagará. Pagará el
trueno.
a Aurora y Julio Cortázar
5
por un minuto de vida breve
única de ojos abiertos
por un minuto de ver
en el cerebro flores pequeñas
danzando como palabras en la
boca de un mudo
6
ella desnuda en el paraíso
de su memoria
ella desconoce el feroz destino
de sus visiones
ella tiene miedo de no saber
nombrar
lo que no existe
7
Salta con la camisa en llamas
de estrella en estrella,
de sombra en sombra.
Muere de muerte lejana
la que ama al viento.
8
Memoria iluminada, galería
donde
vaga la sombra de lo que espero.
No es
verdad que vendrá. No es verdad
que
no vendrá.
9
Estos huesos brillando en la
noche,
estas palabras como piedras
preciosas
en la garganta viva de un pájaro
petrificado,
este verde muy amado,
este lila caliente,
este corazón misterioso.
10
un viento débil
lleno de rostros doblados
que recorto en formas de objetos
que amar
11
ahora
en esta hora inocente
yo y la que fui nos sentamos
en el umbral de mi mirada.
12
no más las dulces metamorfosis
de una niña de seda
sonámbula ahora en la cornisa
de niebla
su despertar de mano respirando
de flor que se abre al viento
13
explicar con palabras de este
mundo
que partió de mí un barco
llevándome
14
el poema que no digo,
el que no merezco.
Miedo de ser dos
camino del espejo:
alguien en mí dormido
me come y me bebe.
15
Extraño desacostumbrarme
de la hora en que nací.
Extraño no ejercer más
oficio de recién llegada.
16
has construido tu casa
has emplumado tus pájaros
has golpeado el viento
con tus propios huesos
has terminado sola
lo que nadie comenzó
17
Días en que una palabra lejana
se apodera de mí.
Voy por esos días sonámbula y
transparente. La
hermosa autómata se canta, se
encanta, se cuenta
casos y cosas: nido de hilos
rígidos donde me danzo
y me lloro en mis numerosos
funerales. (Ella es su
espejo incendiado, su espera en
hogueras frías, su
elemento místico, su fornicación
de nombres creciendo
solos en la noche pálida.)
18
como un poema enterado
del silencio de las cosas
hablas para no verme
19
cuando vea los ojos
que tengo en los míos tatuados
20
dice que no sabe del miedo de la
muerte del amor
dice que tiene miedo de la
muerte del amor
dice que el amor es muerte es
miedo
dice que la muerte es miedo es
amor
dice que no sabe
a Laure Bataillon
21
he nacido tanto
y doblemente sufrido
en la memoria de aquí y allá
22
en la noche
un espejo para la pequeña
muerta
un espejo de cenizas
23
una mirada desde la alcantarilla
puede ser una visión del mundo
la rebelión consiste en mirar una
rosa
hasta pulverizarse los ojos
24
(un dibujo de Wols)
estos hilos aprisionan a las
sombras
y las obligan a rendir cuentas del
silencio
estos hilos unen la mirada al
sollozo
25
(exposición Goya)
un agujero en la noche
súbitamente invadido por un
ángel
26
(un dibujo de Klee)
cuando el palacio de la noche
encienda su hermosura
pulsaremos los espejos
hasta que nuestros rostros
canten como ídolos
27
un golpe del alba en las flores
me abandona ebria de nada y de
luz lila
ebria de inmovilidad y de certeza
28
te alejas de los nombres
que hilan el silencio de las cosas
29
Aquí vivimos con una mano en la
garganta.
Que nada es posible ya lo sabían
los que inventaban
lluvias y tejían palabras
en el tormento
de la ausencia. Por eso en
sus plegarias
había un sonido de manos
enamoradas de la
niebla
a André Pierre de Mandiargues
30
en el invierno fabuloso
la endecha de las alas en la lluvia
en la memoria del agua dedos de
niebla
31
Es un cerrar los ojos y jurar no
abrirlos. En
tanto afuera se alimenten de
relojes y de flores
nacidas de la astucia. Pero con
los ojos
cerrados y un sufrimiento en
verdad demasiado
grande pulsamos los
espejos hasta que
las palabras olvidadas suenen
mágicamente.
32
Zona de plagas donde dormida
come lentamente
su corazón de medianoche
33
alguna vez
alguna vez tal vez
me iré sin quedarme
me iré como quien se va
a Ester Singer
34
la pequeña viajera
moría explicando su muerte
sabios animales nostálgicos
visitaban su cuerpo caliente
35
Vida, mi vida, déjate caer, déjate
doler, mi
vida, déjate enlazar de fuego, de
silencio ingenuo,
de piedras verdes en la
casa de la
noche, déjate caer y doler, mi
vida.
36
en la jaula del tiempo
la dormida mira sus ojos solos
el viento le trae
la tenue respuesta de las hojas
37
más allá de cualquier zona
prohibida
hay un espejo para nuestra triste
transparencia
38
Este canto arrepentido, vigía
detrás de mis poemas:
este canto me desmiente, me
amordaza.

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