10/06/2018
Lo primero que tenemos que considerar es que
existen diferentes tipos de sindicalistas, como también existen diferentes
tipos de políticos y algo que nos hace muy mal es la generalización.
Por un lado existen en nuestro país una gran
cantidad de militantes sindicales honestos, comprometidos con una causa, que
trabajan por sus ideales y se mueven regidos por principios de solidaridad y
compromiso con los derechos del conjunto de los trabajadores, muchísimos de
ellos realizan su tarea sin percibir nada a cambio sino entregando parte de su
vida a la causa. En este texto no me voy a referir a esa clase de
sindicalistas, absolutamente imprescindibles para la construcción de una
sociedad igualitaria con justicia social.
En este texto quiero reflexionar sobre ese otro
tipo de sindicalista, el más buscado y promocionado por los medios hegemónicos
de comunicación funcionales a la explotación de las clases patronales.
Hablamos de doble o triple traición y pasaremos
a describir estas traiciones, que se profundizan ante un gobierno como el de
Macri, que viene a destruir derechos de los trabajadores que fueron conseguidos
con décadas de lucha y hasta con la muerte de varios de aquellos sindicalistas
imprescindibles.
Una primera traición es la que se ha venido
dando en el quehacer diario de estas mafias sindicales, desde hace muchos años.
En principio vemos en varias conducciones de grandes sindicatos a personajes
que llevan muchos años en el poder, que no realizan elecciones democráticas y
que se han enriquecido desde esos lugares, que han dejado de ser trabajadores,
que han dejado de vivir y pensar como trabajadores y se mueven como verdaderas
mafias que se apropian de los sindicatos como lugares de poder, como fuente de
enriquecimiento ilícito y se han rodeado de guardias reales violentas que son
capaces de masacrar a todo trabajador que pretenda democratizar esos
sindicatos. Para entender esta traición nos tenemos que preguntar ¿cómo es que
han construido sus fortunas?, si observamos sus accionares veremos que lo han
hecho negociando salarios a la baja con retornos de los empresarios, frenando
luchas a cambio de beneficios personales, vaciando las arcas de los sindicatos,
vaciando arcas de las obras sociales, consiguiendo negocios personales a cambio
de entrega de derechos.
Todo este aceitado funcionamiento de corrupción
ha estado facilitado por la complicidad de del sistema judicial, que como poder
conducido desde siempre por la clase alta, por la derecha más recalcitrante,
prefirió siempre este modelo sindical, y que ante actos evidentes de
corrupción, durante muchos años, han mirado para otro lado y con la inacción de
los gobernantes que no se atrevieron a enfrentarse con las mafias que los
sostenían, pues muchos de ellos se transformaron en verdaderos capo mafia que
muchas veces utilizaron la fuerza de la clase trabajadora para defender sus
intereses en lugar de defender los derechos de los trabajadores y que
prefirieron tener en frente a mafiosos que se pudieran comprar con favores
antes que tener a la clase obrera organizada democráticamente.
Pero todo este accionar se ha llevado adelante
dejando rastros de corrupción por todas partes, que solo con la decisión de
investigar un poco, van apareciendo de a montones. Esa corrupción que durante
mucho tiempo se mantuvo oculta, con una simple mirada desde el poder judicial
pone en riesgo seguro de cárcel para muchos de estos capos.
Con esta realidad inocultable de gran parte de
los sindicatos grandes de nuestro país y ante la llegada de la oligarquía explotadora
y corrupta a los poderes ejecutivo y legislativo, que se suman al control
histórico del poder judicial y el alineamiento de las fuerzas armadas y de
seguridad a los sectores explotadores, como ha sucedido en otros momentos de la
historia argentina, la mafia sindical siente que ha perdido parte de su poder,
conocedores que están flojitos de papeles y que pueden venir por ellos y
encarcelarlos, luego de la demostración de poder que se ha hecho con el
procesamiento del Pata Medina es que entienden que aún pueden negociar con este
poder concentrado de la clase explotadora.
Es luego del análisis de este cuadro de
situación que podemos entender la segunda traición, la que necesita en estos
momentos la clase dominante para avanzar sobre derechos consagrados de la clase
trabajadora.
Hemos visto que existen varios factores para que
desde el gobierno nacional se pueda avanzar sobre los sindicatos, ¿pero qué
tipo de avance pretenden?, ¿observamos intenciones de democratizar los
sindicatos?, ¿de garantizar que los trabajadores tengan sindicatos que
verdaderamente los representen, que representen sus intereses y que puedan ser
elegidos por voto directo? No es eso precisamente lo que observamos sino todo
lo contrario, el gobierno nacional se reúne permanentemente con los capos
sindicales, con los líderes de la CGT y lejos de instruir al poder judicial que
avance con las investigaciones, como si lo hace con políticos opositores,
negocia.
Sin lugar a dudas las reuniones entre
sindicalistas corruptos y los representantes de la clase explotadora tienen que
ver con entrega de derechos de los trabajadores cautivos por las mafias
sindicales a cambio de la impunidad de estos mismos corruptos que se apropiaron
de los sindicatos.
Toda esta negociación, esta coerción del gobierno
hacia los sindicatos es acompañada por una campaña mediática de descalificación
de los modelos sindicales, pero que, lejos de apuntar a su depuración, está
dirigida a crear un cerrojo a la clase trabajadora ante la destrucción de
derechos planeada desde este polo dominante.
Precisamente la segunda traición de los
sindicalistas corruptos consiste en entregar los derechos de los trabajadores a
cambio de garantizar su impunidad, en un nuevo ejercicio del individualismo de
estas mafias, de la utilización de los sindicatos en beneficio y resguardo de
sus oscuros intereses personales.
La tercer traición estaría surgiendo luego de la
clarificación de un proceder desde el gobierno, de que el gobierno de la clase
explotadora entienda que puede avanzar sobre los derechos de millones de
trabajadores activos, jubilados, niños y por nacer, seguramente considerará
necesario reactivar los beneficios para ese sector parasitario que se apropió
de los sindicatos y hará llegar nuevos aportes a sus riquezas indignas y en un
país que empeora su economía para la inmensa mayoría, volverán a sacar
provechos nuevamente los traidores.
Ante esta cruda realidad de la clase
trabajadora, algunos entenderán que la opción es terminar con los sindicalistas
para salvar a los trabajadores y sin dudas que esta no es la salida a la
miseria que nos espera como trabajadores con el actual proyecto de
ultraderecha.
La salida pasa por más y mejor sindicalismo, que
cada trabajador se convierta en militante sindical y de esa forma vayamos
corriendo a los traidores funcionales al poder dominante, no tenemos que
alejarnos del sindicato sino apropiarnos de él, porque la historia nos
demuestra que si los trabajadores no defendemos nuestros derechos otros no lo
harán por nosotros, que nuestros logros han sido por la lucha y nunca un regalo
de la clase dominante y que la herramienta de organización de la lucha de los
trabajadores por sus derechos han sido, son y serán, los sindicatos, pero
conducidos por los trabajadores y no por corruptos traidores que nunca debieron
haber ocupado nuestros lugares de representación.