SOBRE LA PRESENCIALIDAD EN LAS ESCUELAS

Mucho se está discutiendo en estos días sobre la vuelta a la presencialidad del sistema educativo, se habla con conocimiento y sin conocimiento, con buenas y malas intenciones, con preconceptos, con sentido común impuesto, es por eso que quiero aclarar algunas cuestiones desde una mirada al interior de las escuelas.

Voy a comenzar haciendo una mirada de lo que fue el año 2020 respecto a la formación de estudiantes. Alrededor del 18 de marzo, ante la inminencia del desarrollo de la pandemia en nuestro país, se cerraron inmediatamente todas las instituciones educativas, sin un plan educativo en esa circunstancia, la decisión fue de gran responsabilidad con la salud y la vida de los y las argentinas.

A partir de allí, como decía anteriormente, sin un plan de trabajo establecido desde las autoridades educativas de gobiernos provinciales y nacional, comenzó el trabajo docente en la virtualidad, nadie se fue a su casa a descansar hasta que pase la pandemia, aunque pueda haber excepciones como sucede en todos los ámbitos, pero voy a hablar en función de lo que hizo la mayoría.

Tengo que aclarar que me desempeño como docente de nivel medio y superior y como Rector de una escuela secundaria, desde mi función de Rector tengo que decir que al otro día, el 19 de marzo, comencé a recibir actividades generadas por los y las docentes para los estudiantes, actividades que no formaban parte de sus materiales tradicionales en la presencialidad, que fueron inmediatamente creados para mantener la escuela en funcionamiento.

Como Rector tengo que destacar el trabajo de la mayoría del personal de mi escuela, Profesores con los que me comunicaba a las 12 de la noche, a las 8 de la mañana, a la siesta, trabajos creados en esos días para la virtualidad que llegaban a mi computadora para ser cargados a toda hora del día de todos los días de la semana, respuestas a trabajos de los estudiantes, correcciones, cómputos de actividades presentadas y un cúmulo de trabajo me permitió comprobar que la gran mayoría dedicó el doble de jornada laboral respecto a la que dedicaba en la presencialidad. Además del trabajo de profesores también me tocó observar el trabajo de preceptores y preceptoras, miles y miles de mensajes con sus celulares, respuestas a consultas de lunes a lunes en todo horario, involucramiento en las dificultades de cada estudiante, sin dudas el doble de horas de trabajo por día respecto a sus cargas laborales. Además, búsqueda de soluciones para estudiantes con problemas de conectividad, impresión de actividades para distribuir entre los que no podían acceder en forma digital.

Como profesor con 27 años en la docencia tuve que reinventarme para poder llegar con mis explicaciones a los estudiantes, años y años explicando los casos de factoreo en el aula, de golpe buscar la forma de hacerlo por las vías virtuales, intentos con distintos tipos de materiales y finalmente la realización de videos, edición de videos, subida de videos a Internet, todo nuevo, todo horas y horas de trabajo para encontrar nuevas soluciones a nuevos problemas.

Para el nivel superior con tantos años de trabajo tengo un acumulado de distintos materiales para las evaluaciones, nada de eso me sirvió, tuve que construir evaluaciones totalmente nuevas, adecuadas a la virtualidad, clases en las que me ayudaba del pizarrón para explicar y de golpe explicar sin la herramienta del pizarrón, innovar, utilizar programas de dibujo, adecuarlo y compartir los gráficos mientras se generan las explicaciones orales, todo nuevo.

Pero no estoy hablando de mí, no es esa la intención, sólo muestro un ejemplo de las miles de formas de trabajo docente que tuvimos que desarrollar y todo a partir de nuestra decisión, de nuestras herramientas, porque desde los gobiernos no recibimos ninguna línea de trabajo en los comienzos, no recibimos ninguna herramienta tecnológica para desarrollar la virtualidad, todo surgió desde el convencimiento de los y las docentes a sus objetivos como trabajadores de la educación.

En la Escuela en la que soy Rector creamos nuestra propia plataforma para estar en contacto con los estudiantes, para hacerles llegar las actividades, herramientas para mantener el vínculo, para informar sobre la marcha del cursado virtual. En todo lo que hicimos debimos poner nuestros recursos personales, tuvimos que aprender, inventar y luego compartir, enseñar el manejo de los nuevos recursos, cada paso que dimos fue también un aprendizaje para directivos y docentes, pero enseñar en esas condiciones y aprender tantas cosas nuevas produjo lo que explicaba antes, las jornadas laborales duplicaron a las que cumplían los docentes durante la presencialidad.

Como corolario de toda esta experiencia demoledora del trabajo educativo completamos un 2.020 muy satisfechos de lo que pudimos hacer y claramente aquí debemos decir que el sistema educativo tuvo un desarrollo inferior a los años anteriores, en varios aspectos: cantidad y calidad de saberes desarrollados, cantidad de estudiantes totales que participaron y varias cosas más, pero nuestra evaluación del proceso nos da un balance ampliamente positivo y para ello no lo comparamos con el 2.019 sino con el 2.020 visto desde el 18 de marzo, en el cual se cerraron las escuelas, se cerró el sistema educativo y se pensaba que sería un año nulo para la educación, también motivado por una respuesta casi nula desde los organismo gubernamentales, el esfuerzo docente, el sacrificio de los estudiantes y el acompañamiento de las familias, en mayor o menor medida, contribuyó a que fuera un año fenomenal si lo comparamos con ese año nulo que se visualizaba al principio.

Al principio comencé diciendo que se opinaba sobre educación con y sin conocimiento, bien, escucho muchas veces mencionar al 2.020 como un año perdido para el sistema educativo, esta declaración demuestra el total desconocimiento o mala intención de quien lo dice y se transforma en una ofensa tremenda para con docentes, estudiantes y familias que le pusieron el pecho, el hombro, las manos y el corazón al sistema educativo para que sea un año con educación, en el cual los y las niñas, jóvenes y adultos aprendieron un montón de nuevos saberes, aunque quizás no todos los que queríamos. Me declaro en fuerte enfrentamiento con quienes hablan de un 2020 perdido en materia educativa.

Es cierto también, no lo escondemos, no lo negamos, que el formato virtual impidió a muchos estudiantes sumarse a la nueva modalidad, pero ese no es un problema generado desde el interior del sistema educativo, es un problema generado desde los sectores gobernantes que no son capaces de garantizar recursos y conectividad para el sistema educativo, en un mundo donde la falta de esos recursos genera profundas desigualdades sociales, no fue un problema generado en el 2.020 en la escuela, es un problema que salió a flote cruelmente en ese momento, que se visibilizó explosivamente, pero que ya era parte de las desigualdades sociales pre existentes. No olvidemos al respecto que nuestro país desarrolló un programa nacional denominado Conectar Igualdad, que poco a poco iba garantizando los recursos tecnológicos necesarios a todos y cada uno de nuestros estudiantes y luego hubo un gobierno, el de Macri, que les arrancó las netbook de las manos a quienes no pudieran comprarlas, esa política de quita de recursos fue la que impidió que hubiéramos podido tener al 100% de nuestros estudiantes incluidos en las propuestas educativas generadas por los docentes. Como decía antes, no le achaquen a la escuela el hecho de no haber llegado al 100% de los estudiantes, busquen el motivo en otro lado, muy fuera de la escuela. Pero además nos faltó presupuesto, porque a muchos llegamos con actividades impresas, pero sin recursos pudimos hacerlo para pocos, con disposición de recursos hubiéramos podido llegar a muchos más, otra vez la falta de presupuesto para desarrollar el sistema educativo en pandemia tiene su causa fuera de la escuela, dentro de la escuela se hicieron todos los esfuerzos y se llegó a muchos que no tenían recursos.

La escuela pública argentina vivió un proceso tendiente a su desaparición en la década del 90, donde todo indicaba que se tendía a la privatización, a dejar de considerar a la educación como un derecho y transformarlo en una mercancía a la que accediera sólo el que pudiera pagarla, no podemos analizar el 2020 y 2021 sin apoyarnos en esa historia. Esa corriente privatizadora avanzó y muchas escuelas privadas, que trabajan con la educación como una mercancía, que no reciben a estudiantes que no puedan comprarla, vienen de esos trágicos años 90. La lucha de los docentes junto a las comunidades educativas frenó ese proceso privatizador, dentro de esas luchas podemos recordar a las históricas Marcha Blanca y Carpa Blanca, si hoy tenemos educación pública es porque pudimos arrebatarle la mercancía educativa al mercado y mantenerla como derecho.

Aquel proceso destructivo del derecho a la educación iniciado en la década del 90 se frenó pero dejó sus consecuencias, se dejó que se deterioren las escuelas públicas para mal competir con las privadas, se quitaron cargos, se generaron políticas de todo tipo para disminuir la capacidad operativa de las escuelas, en esas condiciones debimos y debemos enfrentar la pandemia, una escuela intencionalmente empobrecida. Sin querer particularizar en una ciudad, un resultado extremo de esa política privatizadora se da en Capital Federal, donde el proceso continúa y hoy nos encontramos con un aval judicial que le quita al Poder Ejecutivo la obligación de garantizar el derecho, de proveer vacantes, establece que para reclamar el derecho a la educación hay que demostrar pobreza para no poder pagar la cuota, nos muestra un sistema educativo privado con una Educación Pública donde “caen” los que no pueden pagar.

Es necesario conocer la historia y los actores de esa historia, porque hoy esos actores vuelven a aparecer en pandemia y reclaman la apertura presencial del sistema educativo olvidando o tratando de que olvidemos toda la destrucción que ellos generaron sobre el sistema educativo y que sólo fue sostenido con la resistencia de la lucha docente. Precisamente una voz que suena fuerte o en realidad suena repetidamente debido al control hegemónico de los medios es la del ex Presidente y ex Intendente de CABA, Mauricio Macri, responsable de quitar un cuarto del presupuesto educativo nacional, de destruir el Plan Conectar Igualdad, de no haber levantado ninguna escuela en su gestión y también responsable otrora del proceso de destrucción de la escuela pública de CABA, responsable de la falta de escuelas y vacantes que hoy se compensa en complicidad con el poder judicial quitando la obligación estatal, constitucional, de garantizar el derecho a la escuela pública para todos los estudiantes.

Escuchamos a estos sectores destructores de nuestra escuela reclamando la presencialidad, décadas de lucha contra ese sector para que no nos destruyan la escuela pública, permítanme decir que es imposible creerles que en este 2021, mágicamente, aparezcan en la escena política como los sectores a los que les preocupa la escuela, no lo dudo, es mentira, detrás de esas declaraciones hay intereses nefastos, perversos, no hay interés por la escuela pública, porque nunca lo tuvieron, no me obliguen a debatir con personas o sectores que mienten.

Hoy nos hablan de la importancia de la presencialidad, pero en otros tiempos no les importó que la falta de recursos impidió la presencialidad de miles de pibes, reducían presupuestos, reducían cargos, reducían salarios, jamás pusieron sobre la mesa la importancia de garantizar la presencialidad de todos y todas, garantizar las condiciones de habitabilidad de las escuelas, la importancia de garantizar recursos que pusieran a los pibes en igualdad de oportunidades, hoy tampoco les importa eso.

Esos sectores de los que estoy hablando son profundamente perversos, mentirosos, pero muy poderosos y desde ese poder tienen la capacidad de influir y generar el llamado sentido común, que no es más que un sentido común impuesto y hoy se escuchan voces, desde ese sentido común, que nos dicen que los docentes no queremos trabajar, que nuestra resistencia a la presencialidad no se funda en el cuidado de la salud sino en que no queremos trabajar, de acuerdo a lo que explicaba más arriba, para la mayoría de los y las docentes trabajar en virtualidad implica el doble de esfuerzo, el doble de horas que trabajar en presencialidad, pero desde el conocimiento de lo que sucedió en el 2020, prefieren repetir el discurso impuesto desde los sectores dominantes y atacar a los docentes.

Nos hablan de la importancia del vínculo entre estudiantes como grupos que comparten intereses, nadie más que los docentes para saber de esta necesidad, de la importancia de la enseñanza presencial, justamente por garantizar esas condiciones luchamos nuestra vida y hoy utilizan nuestra lucha para argumentar, nos toman de tontos, quieren confundir, jamás negaremos la importancia y la necesidad de la presencialidad, hemos luchado contra todos para lograrlo, pero a pesar de ello hoy entendemos que, en pandemia, todos esos valores históricos deben pasar a un segundo plano ante el cuidado de la vida.

Desde lo más profundo del corazón y desde la más profunda verdad les cuento que durante todo el 2020, quién escribe este texto y la mayoría de los docentes que conozco y supongo que también los que no conozco, rogamos poder volver inmediatamente a la presencialidad, en abril de 2020 o en mayo o en agosto, fue nuestro sueño permanente, porque veíamos que no podíamos llegar plenamente a nuestros estudiantes, a pesar del esfuerzo siempre nos faltó algo, pero además porque la vida de un docente o una docente se alimenta de la vida compartida con nuestros estudiantes y con los compañeros docentes. Pero también, además de la necesidad que sentíamos en el alma y en el corazón, también necesitábamos terminar con las clases virtuales por el esfuerzo y el estrés que nos generaba y no pudimos volver a la presencialidad porque no se dieron las condiciones y aceptamos plenamente esa decisión, porque más allá de nuestras necesidades laborales, del alma y del corazón, pusimos por encima el cuidado de la salud de nuestras comunidades. Les aseguro que la mayoría de los docentes, al finalizar el 2020, brindamos pidiendo la vuelta a las aulas lo antes posible, porque lo necesitan los chicos, el sistema educativo y también los docentes, no lo necesitan decir mintiendo los enemigos del sistema educativo, lo decimos y lo sentimos los docentes.

Pero la realidad es que estamos a un mes de las fechas de inicio del ciclo 2021 y la pandemia está en su peor momento en nuestro país y en el mundo, la cantidad de contagios es aterradora y también el número de muertos, el virus se está llevando a los más débiles y los docentes hemos aprendido hace tiempo a no abandonar a los más débiles, rechazamos el discurso que nos empuja a volver y dejar que mueran los más débiles, que puede ser además cualquiera de nosotros, pero aunque estuviéramos seguros que a nosotros no nos mata, no aceptaremos abandonar a los más débiles.

Nos dicen que los niños no se contagian y con eso pretenden simplificar todo el problema, ante eso decimos que el virus se puede llevar a cualquiera, incluso a los niños, pero además entendemos que cada niño es una familia, cada niño contagiado, aunque no se muera, es la vía de contagio de toda su familia, nos resistimos a recibir niños sanos de familias sanas y devolverlos contagiados, enfermar familias y ser parte de una muerte por cada familia, no nos pueden exigir que seamos cómplices de ese perverso plan de muerte.

Nos dicen que están abiertos los bares, las playas, las fiestas y que por eso hay que abrir las escuelas, nuestra razón no puede compartir esa lógica perversa. La apertura irresponsable de muchos lugares de nuestra sociedad hizo que el virus crezca inmensamente y aumenten las muertes por todas partes, cada día nos enteramos de un amigo o conocido que se muere por el virus, abrir las escuelas, con millones de niños compartiendo espacio, tiempo y virus llevaría la tragedia a niveles inconmensurables. Pretender que aceptemos una lógica de pensamiento en que una decisión mal tomada pueda justificar que se tome mal otra decisión, es imposible de aceptar. Han sucedido y suceden cosas que atentan contra el razonamiento lógico en estos tiempos, no nos pidan a los docentes que cambiemos nuestra lógica de pensamiento por otras lógicas perversas, atentan contra nuestra razón.

Como sujeto social, inmerso en una sociedad, con estructura de pensamiento propio, no puedo dejar de relacionar hechos que se han dado en nuestra sociedad y que tienen un hilo que nos permite relacionarlos. En plena pandemia, en pleno pedido mundial de distanciamiento social, hemos visto a sectores que organizaron marchas sin consignas, sin motivos claros, que nos permitió visualizar que el verdadero objetivo era la difusión del virus, desde ese mismo sector, que además controla la mayoría de los medios de difusión, se bajó el discurso permanente contra los cuidados de la salud, se invitó a salir, se convocó a los “running” a correr todos juntos como no lo habían hecho nunca antes, se dijo que los asintomáticos no contagiaban, se invitó a envenenarse con dióxido de cloro queriendo decir que era fácil combatir el virus, se habló en nombre de la libertad para atentar contra las necesarias medidas de cuidado de emergencia, se generó pobreza cuando un sector de la población no podía salir a trabajar, se despidió obreros cuando se intentaba garantizar empleos en medio de la pandemia, se atentó por todos los medios contra las vacunas que pueden resolver o aminorar la pandemia en el mundo, hasta se militó en favor de las vacunas más caras porque pertenecen a fondos buitres, defenestrando la vacuna Sputnik V que es la que logramos conseguir en cantidad y hoy mundialmente está mostrando que es mejor que la de los fondos buitres, justamente desde ese sector que atentó de todas esas formas contra nuestra vida y que históricamente atentó contra el sistema educativo, aparece el discurso con fuerza mediática de apertura de las escuelas con presencialidad. Como decía antes, con un poco de pensamiento propio, puedo relacionar y darme cuenta que el reclamo de apertura de las escuelas es contrario a lo que hicieron contra la escuela en su historia y sólo puedo sumarlo a las acciones contra la vida, sólo puedo entender que el pedido de apertura de las escuelas va en línea a sus estrategias para desarrollar los contagios y las muertes.

Observemos que el reclamo de apertura de las escuelas solo dice apertura, no habla de condiciones edilicias, no habla de recursos para garantizar la seguridad ante el virus, no habla de recursos tecnológicos para ayudar en la virtualidad, no habla de aumentar cargos docentes ni de mejorar los salarios de pobreza de los docentes, no habla de garantizar transporte seguro, aumento de espacios escolares, sólo dicen apertura en Capital Federal, donde gobierna ese sector, se pretende aplicar esta estrategia de muerte a full, apertura con el 100% de presencialidad y el mismo sector que inventó el ridículo término de “infectadura”, les dice a los docentes que se opongan a esta estrategia de apertura muera quien muera, que los echarán de sus trabajos si se oponen, que les descontarán el día y que no dialogarán sobre condiciones con los trabajadores.

Como decía más arriba, personalmente quiero volver a la presencialidad lo antes posible, pero la palabra posible significa que volver sin generar muertes en mi sociedad. En todo el país está comenzando un plan de vacunación que pretende vacunar a millones y que logrará la inmunización de casi toda la comunidad en pocos meses, ese será el momento de volver a la presencialidad plena en las escuelas que todos queremos, sin costo de miles de vidas.

En base a la rica experiencia del 2020, en base a lo que hemos aprendido y desarrollado y viendo que en muy poco tiempo estarán dadas las condiciones sanitarias a partir de la vacuna, entiendo que no es necesario apurar la presencialidad en el mes de marzo, podemos comenzar virtualmente el desarrollo del ciclo lectivo 2021 y en pocos meses, cuando la vida esté resguardada, volvemos plenamente a la presencialidad.

Víctor Hutt, docente de Concepción del Uruguay, Entre Ríos

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