Sabido es que el Poder Judicial es un sector privilegiado que, entre otras cosas, no es alcanzado por el Impuesto a las Ganancias.
Hagamos un simple cálculo:
Un sueldo normal en la escala de los jueces y juezas es de $ 800.000, los hay más altos y algunos pocos más bajos.
Si calculamos el Impuesto a las Ganancias para un trabajador que tenga un salario de $ 800.000 comprobamos que realizan un aporte de $ 200.000 en concepto de Impuesto a las Ganancias y esto afecta a todos los sectores laborales, más allá de que entendemos que el sueldo no es ganancia y ningún trabajador debería pagarlo, pero actualmente afecta a todos, menos a los jueces.
Los jueces se quedan con $ 200.000 que el resto debe aportar, si lo comparamos con planes sociales, podríamos decir que un Juez recibe mensualmente 10 planes sociales.
Resulta indignante escuchar a esos sectores privilegiados de la distribución de la riqueza embanderados y reclamando contra los planes sociales, mientras sus admirados jueces perciben 10 de esos planes, que no necesitan y esa realidad no les produce indignación, aunque sea 10 veces lo que percibe una familia que no tiene ningún recurso para sobrevivir porque el sistema los excluye de las fuentes laborales.
Hago este sencillo cálculo porque vemos diariamente las expresiones de odio de la clase alta o de los desclasados de la clase trabajadora que su principal reclamo es la existencia de planes sociales, pero en realidad no entienden nada o sufren una indignación selectiva.
Un plan social es una ayuda económica a quién se encuentra atravesando un mal momento económico y ve comprometida la subsistencia de su familia, no es una medida económica, es una medida de acción social, que es provisoria hasta que la economía pueda crear las fuentes laborales necesarias para que cada habitantes pueda vivir de un sueldo digno, si la economía no logra crear las fuentes laborales, bienvenido el necesario plan social que ayuda a quién lo necesita, vaya mi repudio a quién pretenta que el Estado deje morir de hambre a quién no encuentre un trabajo que le permita tener un salario para vivir.
Pero muy distinto a la explicación anterior es la existencia de los 10 planes sociales que recibe un juez por su privilegio ante el resto de los trabajadores, 10 planes, un juez, la ayuda que reciben para subsistir 10 familias pobres.
Pero si seguimos midiendo las cuestiones en planes sociales, insisto en que lo hago de esta forma porque la clase alta y los desclasados lo hacen con esta unidad de medida, podríamos mostrar que un comerciante corrupto, un productor rural que contrabandea granos, una exportadora de cereales, los especuladores que declararon importaciones ficticias para conseguir dólares oficiales y tantos otros que pertenecen a esa clase que se indigna por los planes sociales, mensualmente se quedan con fondos que deberían tributar que equivalen a cientos o miles de planes sociales y que no necesitan.
Si hay un término que detesto en estos tiempos es la palabra “planero”, por la expresión de odio que se dibuja en las bocas de quienes la utilizan, pero esos mismos odiadores de planeros, ¿no son planeros también pero multiplicados por cientos o miles?
¿Está mal recibir una pequeña ayuda para subsistir y está bien robarnos a todos cifras millonarias que deberían tributarse al Estado.
Si, ya sé, para la clase alta está bien, porque son quienes se benefician con ese robo y su moral sólo es utilizada para justificar todo aquello que los lleve a seguir siendo ricos y cada vez más ricos, o sea, una moral de ese tipo no es moral, pero esa es su pobre moral y también está bien para los desclasados, pero dejaré a otro que colabore con este texto y pueda encontrar alguna fundamentación para explicar esta forma de justificar lo injustificable, porque están justificando algo perverso que además los está perjudicando a ellos en sus vidas.
Nada, un poco de matemática aplicada las cuestiones sociales.
Víctor Hutt