HISTORIA 2do “B
Actividad N° 2
SE SELECCIONARON DISTINTOS FRAGMENTOS DE DOCUMENTOS QUE HACEN REFERENCIA A LA VIDA DE LAS MUJERES EN LA ÉPOCA COLONIAL. LEER ATENTAMENTE Y LUEGO CONTESTAR LOS SIGUIENTES INTEROGANTES CON UNA MIRADA PROPIA.
Mujeres en el Río de la Plata
¿Cómo era el vínculo con sus padres y sus maridos? ¿Cuál era el modelo de mujer aceptado por su grupo social? ¿Qué educación recibían? ¿Con quiénes se casaban? ¿Podían elegir a sus maridos? ¿Podían recorrer caminos distintos de los pautados socialmente? ¿Qué otras cosas hacían?
Selección de documentos en los que encontrarán algunas respuestas a las preguntas formuladas.
«Aunque la mujer tenía derechos legales limitados (como el derecho a heredar), ninguna mujer […] podía tener una profesión, porque se pensaba que era incapaz de cualquier tipo de vida fuera de su hogar. Para las mujeres de Buenos Aires solo había tres opciones: el matrimonio, la soltería o la entrada en un convento de clausura. Por los informes de los viajeros que visitaron Buenos Aires sabemos que las mujeres que elegían el matrimonio o la soltería debían llevar una vida tranquila y cortés centrada en el hogar y en la iglesia. En sus hogares, y en las reuniones sociales, las mujeres no debían desplegar inteligencia, sino más bien brindar el toque amable a los invitados, ser capaces de una charla agradable y vivaz, de bailar danzas españolas y francesas, tocar la guitarra y cantar. Otra cosa que podían hacer las mujeres era tocar el arpa. Siempre iban bien acompañadas cuando salían de sus casas, y las bien educadas no se mezclaban con la gente “vulgar”. […] Aunque las invitaban a bailes, fiestas y tertulias, quedaban excluidas de muchas de las reuniones que abundaban en la vida social de los hombres» (Socolow, 1991).
A CONTINUACIÓN, UNA CITA DE LA HISTORIADORA Y ESCRITORA ARGENTINA María Sáenz Quesada, quien relata cómo era la educación de las niñas en la Bs. As colonial.
«La ignorancia era perfectamente sostenida. No había maestros para nada, no había libros, sino de devoción e insignificantes, […] ya debes de conocer lo que sabían las gentes, leer, escribir y contar, lo más. Para las mujeres había varias escuelas que ni el nombre de tales les darían ahora. La más formal donde iba todo lo más notable era una vieja casa […]. La dirigía doña Francisca López, concurrían varones y mujeres. Niñas desde cinco años y niños varones hasta quince, separados en dos salas, cada uno llevaba de su casa una silla de paja muy ordinaria hecha en el país de sauce; este era todo el amueblamiento, el tintero, un pocillo, una mesa muy tosca donde escribían los varones primero y después las niñas. Debo admitir que no todos los padres querían que supieran escribir las niñas porque no escribieran a los hombres; estas sillas ordinarias que ni para muestra hay ahora, no era fácil tenerlas tampoco porque había pocas, todos los oficios eran miserables, así muchas niñas se sentaban en el suelo sobre una estera de esas de esparto. Había una mesita con un nicho de la Virgen donde se decía el bendito a la entrada y a la salida. Este era todo el adorno de la principal sala y en un rincón la cama de la maestra: el solo libro era el Catecismo, para leer en carta cada niña o niño traía de su casa un cuaderno que les escribían sus padres, y se le decía el proceso: todo lo que se enseñaba era leer y escribir y las cuatro primeras reglas de la aritmética, y a las mujeres coser y marcar […].
» Había algunos pardos que enseñaban la música y el piano, este era el solo adorno para las niñas, era para lo solo que había maestros, muy mediocres. No puedes imaginarte la vigilancia de los padres para impedir el trato de las niñas con los caballeros, y en suma en todas las clases de la sociedad había vanidad en las madres de familia en este punto. La dicha de los padres era tener una hija monja, un sacerdote, y la sociedad giraba sobre esta tendencia» (Sáenz Quesada, 1995).
LOS MATRIMONIOS POR CONVENIENCIA:
“En los hogares de la gente decente era habitual que los padres eligieran maridos para sus hijas. Los matrimonios así pautados no tenían en cuenta los sentimientos de las jóvenes, sino los intereses de familia. A través de un buen matrimonio se buscaba mantener o incrementar el patrimonio familiar. Los ricos comerciantes, por ejemplo, se preocupaban por pactar matrimonios con hombres que a través del ahorro y la buena administración dieran continuidad a sus empresas mercantiles.
En este sentido, los españoles contaban con ciertas ventajas sobre los criollos. Las familias decentes los consideraban más trabajadores y ahorrativos que los nativos. El dicho «Vino, marido y bretaña, de España»*, que estaba muy extendido en la época expresaba muy bien esta preferencia.”
Susan Socolow (1991) sostiene que el casamiento de la mujer criolla socialmente establecida con el recién llegado de España no era solo una norma aceptada en Buenos Aires, sino que estaba extendida por la mayor parte de Hispanoamérica. (Adaptación de Luna, 2000).
LA REVOLUCIÓN DE MAYO NO MODIFICO LA CONDICIÓN DE LA MUJER
“La Revolución no modificó la condición de las mujeres de la elite heredada de la colonia, ni siquiera en lo relacionado a la libre elección de pareja. La tradicional costumbre de los padres de elegir maridos para sus hijas continuó imperando. Hasta un hombre con ideas políticas tan radicalizadas como Juan José Castelli siguió en este aspecto apegado al pasado. Hacia 1811-1812 se convirtió en protagonista de un escándalo público al negarle a su hija la posibilidad de casarse con un oficial que militaba en las filas de Saavedra.”
“Por entonces, Mariquita Sánchez de Thompson, desde las hojas y periódicos más radicales, incorporó al debate público el tema de la educación de las mujeres y cuestionó el rol subordinado y dependiente que se le asignaba a la mujer en el proceso revolucionario.” (Adaptación de Luna, 2000).